Después de un intenso tentadero en el que el torero disfrutó al máximo, le quedaba un largo camino a casa para reponer fuerzas y a la mañana siguiente ir a Salamanca, donde lo esperaban en la ganadería de Barcial.
Allí lo esperaban dos becerras de diferente edad y calidad. La primera era una cinqueña brava, pero que tenía sus cositas, debido a la edad. Eso no le importó a Luis Miguel Vázquez pues iba dispuesto a todo. Ya que a un torero le deben servir todas las vacas, y Vázquez es de esa opinión. Con ella estuvo firme, entregado y mostrando quien era el que mandaba.
La segunda vaca tenía siete años, era más reservona, lo que traducido a términos taurinos es que estuvo probando al torero en todo momento, pero eso no amedrantó a Luis Miguel que al final consiguió meterla en su canasto.
Otro día de tienta que sale satisfecho por como se encuentra delante de la cara de los animales.
Sentir el toreo pellizcando el alma
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Pocos son los privilegiados que pueden pellizcar el alma del aficionado,
ayer en Manzanares lo logró Juan Ortega en la alternativa cumbre de Carlos
Ar...
Hace 1 año
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