26/4/09

El sabor del toreo en una plaza histórica


Cuando la ilusión es la bandera de uno, las cosas no pueden salir mal. Aunque factores externos pueden enturbiar esa alegría que produce el torear bien. Eso sucedió ayer en Las Virtudes, el respetable pidió las dos orejas para el diestro Luis Miguel Vázquez. El presidente no vio la faena de tal dimensión para concederle dichos trofeos y tan sólo entregó uno después de la insistente petición del público, por lo cual el torero se negó a dar la vuelta al ruedo con la oreja exhibiéndola.
El saludo al de Hrdos de Clemente Parra fue con verónicas de manos bajas, abriendo el compás. Esas que gustan saborear a paladares exquisitos. Remató con una media verónica. Tras el segundo tercio cogió la muleta y el sombrero cordobés para brindar a los que ocupaban el tendido. Con doblones se fue sacando al novillo a los medios donde pronto lo probó al natural, aunque por ese pitón le costaba embestir al burel, incluso llegando a acostarse. Se dio cuenta y cambió de mano, por la derecha lo ayudaba más y varias fueron las series por dicho pitón, hubo algunos enganchones que pronto corrigió para torear con más pureza. Volvió al natural y se vieron muletazos de gran belleza. También hubo trincherillas de buen gusto.
El broche final lo puso con una estocada en todo lo alto.
Para ser la primera de la temporada no se le notó nada al torero el parón del invierno, se nota que ha hecho mucho campo y está bien preparado para afrontar compromisos importantes. De momento el aficionado se quedó con sed del toreo güeno que imprime Luis Miguel Vázquez a cada muletazo. Ese sabor que es diferente al del resto de toreros, puesto que tiene una personalidad propia.

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