El corazón aún viste de luces. El ruedo lo llama. Su ilusión volver a torear. El destino cruel marca los tiempos. Tiempos de espera en el que los médicos tienen la última palabra. Pero su arte está intacto, aguardando junto a su sueño de volver.
COMUNICADO de prensa en el que se puede leer la lesión sufrida por Luis Miguel Vázquez, la rotura del troquiter del húmero izquierdo. El hombro lo tiene que llevar en cabestrillo sin poder continuar con su preparación y los futuros compromisos que tenía.
El diestro encara ahora una espera difícil: los médicos deberán decidir en los próximos días si el troquiter del húmero roto necesita pasar por el bisturí. La 'cornada' dejó cicatrices que aún duelen, pero lo que no ha quebrado es su fe en el regrreso. Mientras tanto, su lucha es otra: la paciencia, la esperanza y la certeza de que la plaza, tarde o temprano, volverá a abrirle sus puertas.
Cada día que pasa es un paseíllo íntimo, silencioso, hacia el sueño de volver a la arena donde dejó parte de su alma. El año que viene , cuando el clarín suene de nuevo, la arena volverá a recibirlo junto a todos los que estuvieron apoyándolo en el tendido, como si el tiempo hubiera hecho ese impax y se hubiera congelado, volviendo a empezar de nuevo. Será entonces cuando cada cicatriz contará la historia de un torero que nunca dejó de soñar con vestirse de luces y hacer el paseíllo en la plaza de toros de su tierra.
En medio de la incertidumbre, el calor de los suyos se convierte en un bálsamo. No han faltado los mensajes de apoyo, las llamadas y los abrazos que atraviesan la distancia. Profesionales del toreo, ganaderos, empresarios, compañeros de cartel y aficionados han querido estar presentes en esta difícil faena. Y ese aliento, sincero y cercano, pesa más que el dolor: es la ovación más pura, la que llega cuando las luces del traje aún reposan en silencio.
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