20/7/08

La calidad en el toreo de Luis Miguel Vázquez equivale a tres orejas en Pozuelo

Con la montera en la mano, al ser la primera vez que toreaba en esa plaza, inició el paseíllo Luis Miguel Vázquez, tras desearle suerte a sus compañeros de terna.

Al tercero de la tarde lo saludó a la verónica, aunque en un principio no quiso ser cortés con el torero y pasó de largo, tuvo que ir a buscarlo el daimileño para poder dejar una serie de verónicas con personalidad. Desde un primer momento demostró su poca casta y así lo manifestó tras ser picado. En el tercer tercio quiso iniciarlo doblándose con él, pero su enemigo no se lo permitió. Lo intenta en los medios con la diestra pero el toro se raja enseguida, sin poder conseguir varias tandas. Al natural poco se pudo saborear su toreo puro. Con manoletinas quiso finalizar la faena. Estocada a la primera pero con el defecto de quedar un pelín trasera. Tuvo que usar el verduguillo aunque el toro cayó sin ser descabellado. Una oreja a su labor.

La épica de la tarde llegó en el sexto astado de Gabriel Rojas. Se nos debió quedar una cara de tontos a todos los que estabamos en la plaza, y sobre todo a los toreros, que no se explicaban como el presidente había sacado el pañuelo verde en lugar del blanco correspondiente al cambio de tercio. Vamos que los únicos que vieron que el toro no era apto para la lidia fue el palco presidencial. Debe ser que las alturas y estar resguardados del sol, le permitían ver las cosas con una lucidez que los que estabamos sin ese privilegio, y dándonos el sol no alcanzábamos a vislumbrar esa flojedad.

Salió el sexto bis, y las bellas verónicas que vimos en el sexto de lidia ordinaria no se pudieron saborear, por una cuestión importante: el toro veía mal y se iba al cuerpo del torero. En dos ocasiones Luis Miguel Vázquez tuvo que soltar el capote sino quería que el morlaco se lo llevara por delante, que bastante susto dio al aficionado cuando el toro anterior lo enganchó. Éste ejemplar sí que no era apto para la lidia, con el capote no pudo verse nada. En el caballo le dieron poco y tal vez eso fue un punto positivo para que con la muleta pudiera sacarle una faena de gran dimensión. Un torero poderoso con aires renovados se vio en el centro del ruedo. De nuevo se vio el poderío de Luis Miguel Vázquez bajando mucho la mano tanto con la mano derecha como con la izquierda. Una buena estocada para rubricar su obra, siendo premiado con dos orejas.

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