Como bien escribe la crítica peruana, Vázquez fue fiel a su concepto. Una vez más Luis Miguel Vázquez toreó como siempre lo ha hecho, con un concepto puro, con empaque y gusto, lástima que sus ejemplares no fueran de una nobleza extraordinaria para el lucimiento. Fueron todo lo contrario, unos mansos de libro.
A su primero lo toreó Luis Miguel como mejor le dejó hacer el astado. Entregándose a pesar de saber que las condiciones para el triunfo eran mínimas. Aún así dejó el aroma de su toreo en tierras peruanas. Mató de estocada perpendicular y descabellos, recibiendo palmas.
A su segundo ejemplar, el peor del encierro no pudo entrar a matar al ser prendido y recibir un golpe en las cervicales. Tuvo que ser atendido y llevado al hospital para permanecer en observación. Estuvo allí durante dos horas. Fue más aparatosa la cogida que las consecuencias.
Gracias a Dios Vázquez se encuentra en la ciudad de Lima en su hotel, esperando para el próximo compromiso que tiene en tierras americanas el día 14.
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