Cuando un torero torea poco va con todas las ilusiones puestas en su actuación más inminente, así fue Luis Miguel Vázquez a Abenójar. El problema que se topó en el camino con dos enemigos que tiraron al traste sus ilusiones y la de sus seguidores.
El diestro daimieleño lo intentó pero cada vez que le ofrecía la muleta al novillo se daba de bruces puesto que no la tomaba con limpieza y salía suelto del muletazo. Cosa que hace imposible el toreo.
Una tarde más para el olvido que para el recuerdo. Puesto que cuando no hay material es mejor no recordar lo que pudo ser. Por muchas ganas que le quisiera poner Vázquez, pero sin toro no hay toreo. En esta ocasión sin novillos que estuvieron escasos de casta y raza.
Fedra conquista el corazón de Valdepeñas
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muy co...
Hace 5 años
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