5/9/10

Desilusión ante un pésimo ganado

Todas las expectativas estaban marcadas para que el triunfo grande fuera en Daimiel. Claro está que no todo depende del torero sino que también tiene que tener material para poder lograr dicho triunfo.
En Daimiel tampoco pudo ser, el toreo emergió de la muleta de Vázquez para toparse con unos astados de Hermanos Tornay flojos y con peligro.
Eso sí hubo un brindis muy especial, un gran amigo y seguidor de Luis Miguel Vázquez, Román que sin saber que el destino le iba a jugar una mala pasada su barrera del tendido 3 fue comprada. Y allí estaba el hueco vacío, pero presente en la corrida por muchos motivos. Por el recuerdo de sus amigos, y en especial del torero y por el capote que le echó a su gran amigo cuando quedó a merced del astado. Ese último quite, en el cual salió de su burladero del cielo para ponerse delante del toro y que no tocara a su amigo. Por él lo daría todo, como lo ha demostrado en vida.
Se abrió la puerta de toriles para que saliera el segundo de la tarde. Sentado en el estribo esperaba a su enemigo. Estampa añeja donde las haya. Tras el primer lance en el estribo, lo saludó a pies juntos a la verónica. Enseguida el de Tornay mostró su debilidad y tras recibir el primer puyado, fue más que evidente, para que el presidente sacara el pañuelo verde y lo devolviera.
Salieron los cabestros que tardaron en meter al astado, tuvo que ser Félix Jesús Rodríguez quien hiciera de pastor para que entrara el toro.
El segundo bis lo recibe a la verónica. Le pusieron una vara. Debido a su poca fuerzas tan sólo se clavaron dos pares de banderillas. Sólo se pudo ver a Félix Jesús Rodríguez en un par. Tras el brindis al cielo a Román comenzó la faena muleteril con su estilo personal, que de poco le sirvió debido a las condiciones del animal, puesto que si hubiera tenido otra embestida, su toreo hubiera llegado más al tendido. Aún así Luis Miguel Vázquez lo toreó con temple a pesar que el cornúpeta en más de una ocasión estuviera en el suelo. Mató de estocada que costó que rodará el burel, sonando un aviso. Recogió la ovación en el tercio.
Siempre se ha dicho que no hay quinto malo, pero en esta ocasión el quinto de la tarde fue el peor de todo el encierro, con un gran peligro. El pitón izquierdo fue el más complicado, aún así Vázquez lo intentó, jugándosela puesto que el astado no dejaba de mirar su taleguilla. Sin embargo, por el derecho se dejó un poco más y hay se pudo ver la mano baja del daimieleño, a lo cual la gente no le dio importancia a su faena, y eso que había que tragarle mucho a este astado, ya que los toros con estas condiciones son los más peligrosos. Con la espada no estuvo muy fino y volvió a sonarle un aviso.

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