Tarde importante la que se vivió ayer en Torralba de Calatrava. De nuevo, se volvió a constatar el buen momento que está atravesando Luis Miguel Vázquez. Toreo de mano baja, con la cintura encajada y el mentón en el pecho. Toreo de duende y embrujo que resurge de las muñecas del diestro daimieleño y que tanto gusta a sus seguidores.
No estaba en el cartel de Torralba de casualidad, el año pasado se ganó a pulso hacer el paseíllo en esa plaza. Por ende no defraudó a nadie como viene siendo habitual en esta corta temporada del diestro.
A su primero lo recibió con un fajo de verónicas de manos bajas y mucho gusto. Expresividad de arte en movimiento es lo que se vio en el albero con el capote.
En el tercio de varas, Expósito le dio un buen puyazo al astado de Lozano Hermanos. En banderillas destacar el buen segundo par que dejó Rafael Gago.
Con la muleta el toro no fue un dehecho de virtudes. Aún así la franela mandona de Luis Miguel Vázquez consiguió meter al astado en el canasto. Vázquez realizó un toreo poderoso, con temple y profundidad. Sobre todo una tanda por naturales, que es lo que le permitió realizar el toro por ese pitón, ya que la faena se basó en la mano derecha. Mató de estocada. El respetable pidió los trofeos para el torero, a lo cual el presidente tan sólo concedió un apéndice.
Al quinto, tan sólo algunas verónicas por el pitón derecho. Por el izquierdo no tomaba el capote del daimieleño. Tras terminar el saludo capotero, el toro se mostró avanto. No respondía a los capotes de la cuadrilla. Incluso se fue al caballo que guardaba puerta, para que Expósito lo picara. Después se fue a la jurisprudencia de Ignacio Sánchez. No le gustó esa vara y se volvió al de Expósito. Hubo un momento que el ruedo se parecía a una pista de tenis, y el toro la pelota.
En banderillas tuvo complicaciones, destacar el segundo par de Félix Jesús Rodríguez.
Tras visto lo visto en la arena se presagiaba que poco podía hacer el torero. Pero no, Luis Miguel Vázquez no quería dejar un toro pasar. Se dobló con él para someterlo, para ir metiéndolo en la bamba de su muleta, dándole confianza para después mandar sobre él.
Fue una faena de duende y magia, donde el torero sacó su más profundo sentimiento y lo expresó en el albero, para goce y disfrute de la afición. La faena resultó muy compacta por ambos pitones, pero sobre todo por el pitón izquierdo. Naturales de gran dimensión fueron los que dio ayer en Torralba. Mató de estocada. Lástima que el toro tardara en caer y tuviera que hacer uso del descabello. Eso le privó de más trofeos. Tan sólo una oreja.
Un triunfo que supo a poco en cuanto a la cantidad de apéndices que fueron a su esportón, pero de gran sabor para degustarlo y guardarlo en la retina todos los presentes.
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