Una temporada que está a punto de finalizar, tan sólo le queda un festejo a Luis Miguel Vázquez , y en este caso es un festival, y además benéfico. Sólo cuatro corridas para sumar al escalafón y de nuevo, otro año más sin hacer el paseíllo en Ciudad Real.
Un año que ha resultado muy pobre en cuanto a festejos se refiere. Sin embargo, de firmeza y calidad en lo taurino. Bien es cierto que los éxitos no se han cosechado, y que la espada le ha privado de triunfos más sonados. Aquellos que le podían haber permitido tener algún que otro contrato más firmado. Esas puertas que se han cerrado este año algún día se tendrán que rendir ante lo evidente. Y lo evidente no es otra cosa que el toreo cante jondo, de arte, de empaque, con ese duende característico en la tauromaquia de Luis Miguel Vázquez, puesto que desde que comenzó de novillero se vislumbró ese don especial que muy pocos toreros tienen. Afortunadamente el de Daimiel lo posé, es una pena que no pueda demostrarlo tarde tras tarde, ya que no hay contratos, por unas circunstancias o por otras. Este año aunque ha sido el que menos ha disfrutado el aficionado con sus tardes de toros, sí ha sido el que más ha toreado, puesto que lo ha hecho en el campo. En la soledad en la que los toreros torean para ellos, en las que se dejan llevar y fluyen sus sentimientos, y por qué no decirlo, su toreo más sentido, aquel que si se le realiza a un toro, es capaz de ponerlo en lo más alto, siempre y cuando la condición del toro sea la misma que la de la becerra que se torea en ese momento, puesto que los toros que le han tocado en suerte este año a Luis Miguel Vázquez no han sido para soñar el toreo con ellos. Tan sólo el último de sus compromisos, el de Alcurrucén en Torralba, que lo toreó a placer, olvidándose del cuerpo y dejando fluir sus sentimientos a través de sus muñecas.
—¿Decepcionado por cómo se ha dado la temporada?
—No sé si decepcionado es la palabra más adecuada. Pero bien es cierto que empecé la temporada con un proyecto muy ilusionante, comenzando en Madrid, donde luego no rodaron las cosas. Ciudad Real que había sido un poco mi parcela, este año, no sé por qué motivo, aunque llevo así un par de años en los que en muchos sitios que antes contaban conmigo, no lo hacen. Por eso te digo que no creo que decepcionado sea la palabra más adecuada.
—Entonces, cómo la definiría.
—Diría que ha sido una temporada un poco extraña.
—Corta.
—Sí, corta, puesto que lo ha sido. Aunque bueno como he estado tanto tiempo en el campo, pues realmente no se me ha hecho tan corta. Son las corridas lo que uno quiere torear, y en ese sentido, sí que se me ha hecho demasiado corta.
—Más aún cuando uno confía en que lo pongan en su tierra. Me refiero a que nuevamente lo dejaron fuera de la Feria de Ciudad Real el segundo año consecutivo.
—Sí, el año pasado tuve la ocasión, al menos, de ir a la corrida de Beneficencia. Pero este año no ha habido esa posibilidad, de hecho creo que no ha habido ni corrida. Además con argumentos que son un poco irrisorios y que hacen que uno se indigne más aún. Porque mis argumentos están en el ruedo, y creo que son los que tienen que prevalecer. Cuando bien por parte de los políticos, buscan excusas que no tienen ningún sentido que no tienen nada que ver con lo que es la Fiesta, creo que se tendrían que asesorar un poco más por los que somos los profesionales y los taurinos a la hora de tomar decisiones.
—De nuevo este año vuelve a estar en candelero el tema político por encima del taurino a la hora de contratar a los toreros.
—Creo que sí, ya nadie se esconde. Afortunadamente todo el que pueda aprovecharse de eso le doy la enhorabuena. Pero en mi caso a mis amigos los utilizo, vamos entre comillas lo que los utilizo, para tomar café con ellos. El que pueda sacar rentabilidad de sus amigos, enhorabuena. Yo personalmente creo que he hecho méritos suficientes para no tener que echar manos de estas circunstancias.
—Estamos hablando de los méritos a los que se refiere, si la gente aún tiene la memoria fresca, es que usted ha sido triunfador dos años consecutivos de la Feria de Ciudad Real.
—Sí dos años consecutivos como bien dices. Creo que es algo importante.
—La verdad es que sí, aunque parece que a la hora de la verdad la gente tiende a olvidar lo que ha pasado en temporadas anteriores, o por lo menos eso parece en su caso.
—Eso creo yo también.
—¿Qué le pasa a Ciudad Real que no apuesta por los suyos? ¿Qué hace falta para que se den cuenta de que en la tierra hay toreros tan buenos como cualquier otro, sin menos preciar a los demás?
—No sé que pasará. Lo que sí sé es que están cometiendo un error, porque además es el único sitio donde pasa. Tenemos el ejemplo de Albacete que los primeros con los que cuentan son los toreros de su tierra. Incluso Sevilla, que es una plaza de primera categoría, cuentan siempre con los toreros de allí. Ciudad Real es un tanto peculiar en este sentido. Parece que los de aquí somos menos que los de allí. Ya te digo, que cuando uno tiene la suerte de entrar en plazas como Madrid, y que en la de tu tierra te dejen fuera es un poco… no le ves sentido. Los responsables si tendrán algún argumento. A mí como personalmente nadie se ha puesto en contacto conmigo, ni me lo han dado, pues desconozco cuales serán las circunstancias.
—Una vez titulé un artículo en el cual decía que Ciudad Real estaba en deuda con usted, ¿lo cree así?
—Pienso que sí, por eso, porque he sido triunfador dos años consecutivos y no se ha hecho justicia. Pienso que está en deuda conmigo.
—Arrancó la temporada con fuerza, como nos ha comentado antes, en Madrid ni más ni menos, pero de nuevo la suerte no le acompañó.
—No, no, porque en principio íbamos a matar una corrida, no que ofreciera totales garantías, pero sí que había la posibilidad de que algún toro embistiese. Luego tuve la suerte de ir al campo y matar algún toro a puerta cerrada, hermano de los que se lidiaron ese día en Madrid, salió muy bueno. Iba uno con una ilusión especial. Después de un invierno, sobre todo, enfocado a esa fecha, que era una fecha muy buena porque había muchas ferias sin cerrar. Lo que pasa normalmente en esta profesión, que el toro luego sale y lo descompone todo. En esta ocasión fue así. Un lote infumable. Creo que la maté dignamente, la corrida y a esperar a volver el año próximo.
—La crítica de allí reconoció el esfuerzo que hizo.
—Sí me trataron bien, ante el peor lote, estuve dispuesto.
—Tras Madrid llegó Manzanares, otra vez más el triunfo en las manos, y la espada que no termina de entrar del todo y le priva de la Puerta Grande.
—Sí, la corrida es que no fuera gran cosa. No fue una corrida espectacular, sí es cierto que si mato el segundo toro, le hubiera cortado otra oreja y salgo a hombros. Fue una pena. Después de haber ido a Madrid uno necesita triunfos para de alguna manera tapar un poco, esta que fue la corrida más inmediata y que no hubiera habido triunfo, también fue un poco fastidioso.
—Tal vez de haber conseguido el triunfo, es probable que hubiera pillado una sustitución inmediata.
—Probablemente, no lo sé.
—Eso depende del empresario, verdad.
—Sí, sí.
—Lo peor vino en Daimiel, con diferencias, y no nos referimos a su actuación, sino a los toros que le tocó lidiar, aunque toda la corrida fue en la misma sintonía, flojos y descastados. Ante esos toros qué puede hacer uno.
—Que se puede hacer, lo único tratar de justificarse y más ese día que fue bastante complicado para mí, ya que había muerte recientemente un gran amigo, al cual le brindé el primer toro. Lo que es una pena que le haga a uno un poco responsable. Daimiel quieras que no es mi pueblo, tengo muy buenos seguidores, pero también tengo detractores, como es natural. Parece un poco que la corrida saliera como salió es culpa mía, cuando yo soy el que menos culpa tiene. Vamos que soy el último responsable. Soy el último con el que cuentan en ese sentido.
—La responsabilidad es del empresario que es quien contrata esos toros con el ganadero, que es quien al final los manda.
—Claro. Llevo muchos años toreando allí, y he toreado corridas de todo tipo y encastes, como de Victorino, de Santa Coloma… he matado la que me han llevado, pero que me hagan a mí responsable de eso. Siempre son los cuatro detractores.
—Para concluir Torralba de Calatrava, un pueblo en el que siempre triunfa, y esta vez lo volvió a demostrar. Ratificó que aún puede embrujar al aficionado puesto que poseé un gran duende y empaque.
—La verdad es que fue una satisfacción muy grande. Porque si bien he dicho que Daimiel es mi pueblo, en Torralba me siento muy querido, y tengo muy buenos seguidores. El hecho que el último toro lo pudiese cuajar a placer, pero igual, no lo maté. Lo que hubiera sido un triunfo sonado se quedó en una oreja. Estoy contento porque me han dado el premio a la mejor faena. Fue una tarde muy bonita para mí.
—Bien es cierto que muchas veces el triunfo no es tan importante para los aficionados como la sensación que deja uno en la faena. Y eso fue lo que perdurará en el recuerdo de los que vivieron esa última faena de temporada.
—Sí es cierto, pero esto es como el fútbol que los goles también cuentan. No es suficiente que uno juegue bien, porque también hay que meter goles. No suena lo mismo cortar un rabo que cortar una oreja por muy bien que hayas estado.
—Detrás de todas estas tardes, de todo el sacrificio que supone estar preparado para el compromiso, está la parte menos bonita del toreo, por decirlo de alguna forma. En la que las críticas se suceden, en las que no dejan sólo de cuestionar al torero sino que también a la persona. Eso le llega a afectar.
—Llega un momento, después de tantos años, que a mí en particular no me afecta. Me cabrea que haya gente, sobre todo que no te conoce personalmente, son los que más opinan y mal, los que menos te conocen. Porque bueno hay comentarios que traten de cuestionar mi profesionalidad, por decirlo de alguna manera, a mí me molesta. Pero claro ya no sólo me molesta a mí, sino a mi entorno, que saben del sacrificio que lleva esto, y que me sacrifico. Que cuestionen cosas tan viriles, que a nadie le quepa la menor duda que yo hago cosas de cualquier joven de mi edad, ya no sólo joven, sino cualquier torero. Normalmente yo me relaciono con toreros. Cuando no tengo ningún compromiso cercano hago vida normal y corriente.
—Los que le conocemos somos sabedores de que cuando está a las puertas de cualquier compromiso se recluye en el campo por lo menos quince días antes de dicha fecha.
—Claro cuando se aproxima un compromiso uno está mucho más concentrado. Ahora que no hay compromisos, cuando ya ha terminado la temporada y hasta que empieza el invierno, es cierto que uno aprovecha para estar con sus amigos, puesto que el resto del año, no puede compartir esos momentos con ellos, por lo que supone el sacrificio que conlleva esta profesión.
—Por suerte, no todo el mundo ve lo negativo, sino que tienen la sensibilidad suficiente para verlo tal y como es, ¿esto compensa a lo otro?
—Sí que compensa. Es como lo que hablábamos antes de los detractores. Siempre que haya un buen aficionado a tu lado y un seguidor es lo que te compensa. Lo otro no le echo muchas cuentas la verdad.
—Siempre un torero prefiere estar rodeado de gente que le dice la verdad en todo momento, no de esos seguidores que cuando uno triunfa es el mejor del mundo, pero cuando las cosas no salen del todo bien, ya esos halagos se han terminado.
—Eso es.
—Ha habido cambio de apoderado, en esta ocasión Paco Alcalde, al que le une una gran amistad, ¿qué le ha aportado?
—Sobre todo hemos estado juntos todo el invierno, ya no sólo en el campo, sino también entrenando. Tratando de limar muchos defectos. Cuando uno entrena solo tiene vicios que se van adquiriendo. Luego tener a tu lado una persona, que ya no sólo profesionalmente sino que personalmente te dice las cosas tal y como son. La verdad es que me ha aportado mucho, y la verdad es que estemos muchos años juntos.
—Por lo que se deduce de sus palabras, el año que viene siguen.
—Sí, hay proyectos muy interesantes y seguramente saldrán adelante.
—Un invierno intenso en el que no ha parado de hacer campo, eso lo ha motivado aún más.
—Claro sobre todo por eso, porque se te hace muy corto. Y siempre la mente puesta en Madrid que era la primera corrida, claro es que Madrid pesa mucho. Se me ha hecho corto y me ha motivado muchísimo, claro que sí.
—Qué le pasa por la cabeza cuando va a Madrid, puesto que según sus palabras, pesa tanto el ir a esa plaza, los nervios estarán más a flor de piel que en otras plazas, cómo se controlan.
—La verdad que no lo sé. Te puedo decir que yo tomaba pastillas para dormir, ya que últimamente no lo conseguía, imagínate. Cómo se controla, pues no sabría que decir. Trata uno de hacer las cosas bien y sobre todo de pensar que un toro te puede cambiar la vida. Tratar de estar lo más centrado posible para poder cortar las orejas.
—Y cuando sale el toro.
—Pues cuando sale el toro igual. Tratar de hacer lo que uno sabe y ya está.
—Este invierno cómo se plantea, aunque aún le queda un compromiso por afrontar este año, como es el festival benéfico que se celebra en Villarrubia de los Ojos el próximo 30 de octubre.
—Si, es curioso que la provincia de Ciudad Real sí que cuenta con los toreros de la tierra para obras benéficas, es muy curioso. Se plantea bien. Es un invierno en el que nos sentaremos Paco y yo para hacer una estrategia para el año que viene, en función de eso trabajar. Seguiremos yendo al campo, buscaremos un sitio donde plantaremos nuestro cuartel general, y esperaremos a que nos llamen.
—El objetivo principal para el 2011 será Madrid nuevamente.
—Claro, Madrid es el objetivo principal. Como en la temporada pasada trataremos que sea lo antes posible para que nos dejen algunas fechas y poder entrar en las ferias.
—De Ciudad Real ya ni hablamos puesto que no sé sabe qué pasará.
—Claro, ya es que no sabe uno ni qué decir, espero que sí, que el año que viene no inventen ninguna otra excusa para no ponerme.
—Lo que hace falta es seguir hablando con capote y muleta, y sobre todo con la espada.
—Por supuesto, así lo haré.
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